Jorge Abasolo presenta su «Diccionario del Absurdo»

La cita será en el Club Social de Angol a las 20 horas. Ideal como regalo de Navidad.

¿Qué mejor que regalar un libro?

Ahora bien…qué puedo decir yo de mi modesta obra?

Mi intento es hacer sonreír y reflexionar al lector. Si lo logro, me podré sentir satisfecho…hasta orgulloso.

Este libro está hecho de forma directa, sin apelar a lenguaje floripondioso o alambicado, tan inherente a ciertos masturbatorios círculos académicos.

Me siento lejos de aquellos que maquillan el lenguaje con palabras difíciles. Son los que ante la imposibilidad de ser profundos, se ponen complicados.

Soy de los que piensa que los diccionarios sirven solo para combatir la angustia. Allí nadie duda, ya que las definiciones son categóricas y no hay lugar a la pregunta.

De allí arranca este Diccionario del Absurdo, para contrastarlo con aquellos oficiales, donde lo que se dice debe interpretarse literalmente. Acá usted podrá darle rienda suelta a su imaginación, estar de acuerdo con el autor, interpelarlo…o mandarlo a la mierda.

Finalmente, ¿por qué decidí hacer este libro? Porque de tanto escribir me enamoré de las palabras. Son ellas las que nos permiten comunicarnos. Es decir, cuando empezamos a hablar, comenzamos a ser los Relacionadores Públicos de nosotros mismos

El chileno emplea la palabra de modo diagonal, no expresa todo a través del lenguaje y abusa de la verborrea emoliente, con mucho de evasivo.

Esto se palpa hasta en los términos que se emplean oficialmente. Acá un gordo no es un gordo, es un tipo que padece de obesidad mórbida. A las torturas le llamamos apremios ilegítimos, al vandalismo colectivo lo denominamos estallido social y cuando un político dice una pelotudez, éste se disculpa diciendo que lo sacaron de contexto.

Desde que a las empleadas se les llama asesoras del hogar y a las prostitutas compañeras de la noche, este país inauguró una nueva monserga, donde las cosas directas hay que disfrazarlas para no quedar mal. Los curanderos de tercera categoría ahora se autoproclaman mentalistas y los apitutados políticos se hacen llamar asesores. Suma y sigue, porque las flacuchentas ahora son anoréxicas y a la manipulación grosera de la opinión pública se le denomina fenómeno mediático.

A muchos turistas les llama la atención la singular manera de hablar de los chilenos. Eso de bajar el relieve a las cosas está muy asociado a nuestra caracterología. De allí la inclinación patológica por el diminutivo. El chileno se compra una casita, tiene un autito y aunque se case con una mujer sensual, estupenda y con más curvas que un autódromo, prefiere hablar de su minita.

En fin…quedan todos gentilmente invitados este viernes 16 de diciembre a las 20 hrs en el Club Social de Angol.